
El Barcelona cambió de técnico; era una necesidad imperiosa reactivar
el chip para cumplir los objetivos de la temporada, y la elección del
nuevo entrenador enamora al culé: Quique Setién es discípulo de Johan
Cruyff y adorador de Lionel Messi.
Setién entró a escena por el defenestrado Ernesto Valverde, que se va
por la puerta de atrás pese a ganar dos ligas españolas y dejar al
Barcelona en la primera posición de la actual; los fiascos de Roma y
Liverpool le dibujaron en su espalda la letra escarlata, y la última
derrota ante el Atlético de Madrid lo fulminó.
Ahora toca mirar el futuro. En el club catalán el futuro es hoy,
nunca mañana, y Setién dirigirá su primer entrenamiento frente a una
plantilla repleta de superestrellas. Desde Messi hasta el recogepelotas
son buenos en el Barcelona.
La tarea capital será transmitir su idea, que es la misma de Cruyff y Josep Guardiola. Fútbol total.
Asedio
constante. Presión incesante e inmediata en la recuperación. Posesión
absoluta del balón hasta el aburriemiento. Movilidad y jerarquización
del trabajo en el centro del campo. Explotación obligatoria de los
extremos y los carrileros. Coordinación, complementación y armonía.
Aunque parezca gracioso o quimérico, el espectáculo -para los
azulgranas de raza- está por encima del resultado. Y Setién plasmó esa
idea en el Betis, en Las Palmas, en Lugo y allá donde dirigió,
obviamente, con menos recursos humanos.
El nuevo estratega dispone de jugadores brillantes en sus manos. De
esos que aparecen pocas veces en una generación. No es solo Messi. Su
idea no es Messi contra el mundo, como pensaba Valverde, tan criticado
por la rigidez y poca imaginación de sus planteamientos tácticos, por
resultadista.
Supuestamente, regresará el fútbol total al Camp Nou. Aquel de Rinus Michels, Cruyff y Guardiola.
Regresa
el juego osado, atrevido y hegemónico. Regresa la salida del balón
desde atrás en su estética suprema, en su máxima expresión. Regresa el
centrocampismo en estado puro.
Ciertamente, Setién no cuenta en el centro del campo con Xavi y
Andrés Iniesta, aquellos extraterrestres que rara vez perdían un balón
aunque estuvieran rodeados de 10 pitbulls; pero tiene al nuevo
hechicero, Frenkie De Jong (tan desaprovechado por Valverde), y a Arthur
Melo, además de Ivan Rakitic, Arturo Vidal y Sergio Busquets, uno de
los jefes de la vieja guardia.
Y está Ricki Puig, un genio en ciernes de la Masía. Recordemos que
Setién es amante de la cantera y el fútbol base del Barcelona es de los
mejores del planeta.
No son pocas las armas. En realidad son muchas. Pero con Valverde
parecía un equipo vulgar, poco trabajado, muy lineal y demasiado
dependiente de las artimañas de Messi, el mejor jugador del mundo en el
siglo XXI y uno de los más brillantes de todos los tiempos.
Su principal quebradero de cabeza será el 9. Luis Suárez pasó por el
quirófano y su temporada terminó y en el Barcelona no existe un
delantero centro ni siquiera parecido al uruguayo, mucho menos de su
calidad y magnitud.
Por suerte para Setién, el 1 de enero se abrió la ventana de fichajes
de invierno y la entidad blaugrana es una de las más ricas del mundo,
por lo que seguramente contratarán algún ariete de punta para suplir
-con garantías- a Suárez y completar así el puzle perfecto.
A día de hoy, el Barcelona marcha en la primera posición de la Liga
española, empatado con el Real Madrid, y está clasificado a los octavos
de final de la Champions, dos méritos de Valverde logrados a base de
sufrimiento y juego mediocre, aunque parezca mentira.
Así de buenos son esos jugadores, hasta jugando mal están al nivel
del mismísimo Real Madrid, sin olvidar que ganaron su grupo de Champions
por delante de trenes poderosos como Borussia Dortmund e Inter de
Milán.
La esperanza regresa al Camp Nou. Ahora falta esperar por la respuesta de los jugadores ante el cambio y rezar por el renacimiento del fútbol total. (Tomado de Cubasí)