
Tarjas y monumentos conmemorativos se erigen por varios de los espacios urbanos de nuestro territorio, construcciones que representan el homenaje póstumo a personalidades emblemáticas de la historia de Cuba. Se encuentran en su mayoría ubicados en nuestros parques, calles, y plazas públicas, personificando el recordatorio de aquellos a los que debemos mucho de lo que hemos logrado. Solo que el paso del tiempo y la agitada cotidianidad hace que olvidemos la presencia de esas figuras tan habituales ya, que resultan casi imperceptibles.
Es el caso del monumento a Carlos J. Finlay, un obelisco que parece vislumbrar el futuro lejano y o tal vez el presente; la imponente estatua de José Martí, que da la bienvenida a aquellos que se acercan al parque que lleva su nombre, y que, hecha de mármol, parece levantarse cada día para seguir velando por la Patria que construimos; y el Testimonio de Cariño a las Madres, una escultura de piedra en memoria a todas ellas, ubicada en el parque Cárdenas, de esta ciudad, y que fue moldeada con el cuidado y delicadeza que solo una madre ofrece.

Estas son solo algunas de las representaciones que forman parte inseparable del patrimonio historio del pueblo de Banes, y que mecen la conservación y la reverencia constante. Importante es recordarlos, pero más que eso es conocerlos, indagar sobre su vida y el por qué se levantan hoy junto a Banes, como parte inseparable de nuestra identidad.

En este propósito resultarían tal vez la creación de recorridos turísticos dirigidos por historiadores, o espacios de evocación más frecuentes que permitan incluirlos en las actividades relacionadas a sus personalidades. Este paso obligado posibilitaría la salvaguarda de sus legados y la apreciación visible de los monumentos conmemorativos como la parte valiosa que representan dentro del inmueble cultural nuestro, que precisa además de una mirada diferente.
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