
En el preciso instante en que usted comience a leer este trabajo periodístico, en algún de este país un grupo de personas hacen posible el milagro de la luz. Y no hablo de magos, sino de hombres que desafían las alturas y las inclemencias del tiempo para garantizar uno de los pilares fundamentales de la economía y la sociedad, la energía eléctrica, para que la misma llegue a cada hogar, hospital, escuela o donde se la necesite, aunque este sitio esté en intrincados parajes.
En muchas ocasiones trabajando más de 12 horas y en situaciones extremas, estos héroes anónimos dejan la comodidad de su morada para trasladarse al lugar menos pensado ante una llamada, pues el deber se impone y es necesario restablecer la avería en el menor tiempo posible, sea de día o de noche.
Y qué decir de los momentos de emergencia, en los que manos hábiles con conductores y dispositivos eléctricos le restan tiempo al apagón, minutos que pueden hacer la diferencia para salvar una vida humana. En ellos está la confianza de quienes nos entregamos a la rutina diaria con la seguridad de que tendremos garantizado siempre ese servicio, sin importar las eventualidades.












[ABTM id=2325]